Autor. Fabián trabajador de la educación de Rosario
los dirigentes de la izquierda Palermitana/CONICET miran, asombrados, el desempeño de Milei, un tipo que se la pasó escupiendo bronca y «pivoteando» entre todos los espacios políticos (peronismo, pro, grabois) y que prometió un ESTADO BARATO, tal como lo pedía Lenin en el ¿Qué hacer? pues representa el «interés natural de la clase trabajadora».
pero también se trata de un tipo que tiene un Sistema propio de ideas (el liberalismo como corpus filosófico, moral, político y económico) que viene siendo desarrollado en los últimos 100 años por los intelectuales orgánicos del capital y también viene siendo «agitado» y «propagandeado» (otra vez, Leninismo de acción) por sus «cuadro medios».
quien diga que «con poco» el liberalismo se llevó mucho, se equivoca, pues ese movimiento viene acumulando esfuerzos hace muchas décadas.
pero le hacía falta una FIGURA, que es lo mismo que decir «un punto de referencia humano», y la encontró en una persona evidentemente sobresaltada, excéntrica, casi estrafalaria, pero al fin y al cabo EFICAZ para su propósito.
otra razón fundamental, pero que la totalidad del «micro mundo» de la izquierda es incapaz de ver: si un «joven libertario» quiere militar las ideas de Milei, no necesita pedirme permiso a nadie para abrirse una cuenta en una red social y comenzar a transmitir sus ideas; muy por el contrario, en la izquierda trotskista lo usual y corriente es que un «militante nuevo» deba ser supervisado constantemente por un dirigente que le de su aprobación para llevar a cabo cualquier iniciativa propia. Es decir, la izquierda se boicotea a sí misma todos los días y los dirigentes son un cuello de botella que funciona más bien como un ariete sobre la capacidad de maniobra de los militantes. Mucha gente pero una actividad muy ineficaz y rutinaria, repetitiva. Los liberales dejan hacer al individuo, los trotskistas le cuentan las costillas y le piden un certificado de «sangre azul» marxista.
pero los liberales aprendieron a no ser una secta en cuanto a su organización, porque aparecieron nuevos dirigentes y nuevos métodos con el tiempo. La izquierda trotskista hizo exactamente lo contrario; se aferró a su «tradición». En el liberalismo, además, hay tendencias: aunque no lo sepan, no piensan lo mismo un liberal «de Milei» que un liberal «de Cachanosky» o un liberal «de Murphy», pero la mayoría juega y hace política. El trotskismo condena y expulsa, cual rabino judío, a los «renegados» que no aceptan «la verdad oficial» del CC.
la izquierda tiene un problema con su propia herencia de los últimos 100 años: la ama, en vez de mirarla con sospecha, y rechaza todo aquello que podría servirle (la disciplina, la competencia interna, la actitud vitalista frente a la vida, el estudio científico no-academicista, es decir la ciencia del LIBREPENSADOR, la violencia organizada como un método eficaz para defender conquistas y posiciones, etc.)
Milei explotó el lado EMOCIONAL, si, también ofreció un PROGRAMA ECONÓMICO que apunta al Estado y a los precios de la economía doméstica, si, también tomó como «enemigo principal» a algo que él mismo construyó como una «figura mental», es decir a «la casta», y no tiene ninguna importancia que él mismo sea parte o haya sido un empleado de esa casta, porque lo único que importa es el EFECTO psicológico que esa RETÓRICA tiene sobre el «votante» o sobre el hijo del votante, o sobre cualquier persona que sea capaz de replicar ese discurso y ese sentimiento de hastío;
pero además de todo esto (y otras cosas) Milei tuvo DETERMINACIÓN, es decir que DIJO LO QUE TENÍA QUE DECIR, lo dijo con firmeza, sin titubear, aguantándose el rechazo de «propios y ajenos», con lo cual también ofreció a la mirada de la clase trabajadora una FIGURA FUERTE, DECIDIDA, AUTORITARIA, DISPUESTA A ACTUAR, y lo que la hora actual de la Argentina reclama es justamente una PERSONA DE ACCIÓN, pues solamente este tipo de persona puede, a ojos del resto, provocar un CAMBIO y por esto mismo es que «la clase» lo elige INTUITIVAMENTE como «su Dirigente». Y nada importa que se trate de una tragedia o de una farsa histórica, solamente importa que ese rol sea ejecutado por alguien, pues es necesario que alguien ocupe ese rol.
la izquierda, ¿para qué continuar?, ofreció a los ojos de la clase trabajadora dirigentes que hablaban procurando mantener «el buen tono», procurando no «ofender» a nadie, procurando no parecer alguien «peligroso» para la democracia ni para el oponente político o de clase. Ya ni siquiera esto tiene la izquierda: el ODIO DE CLASE. La izquierda desde hace 40 años exactamente viene integrándose plenamente a la democracia que nació de una dictadura genocida. Ésta izquierda es parte de esta democracia de modo pleno, no tiene «un pie afuera» amagando ir contra ella. Milei tampoco tiene «un pie afuera» de la democracia… pero juega con esa idea y eso le alcanza para explotar aquel sentimiento de incredulidad generalizada respecto de que en este sistema democrático puedan «arreglarse los problemas» de la sociedad.
durante 40 años, el eje central de la política de la izquierda han sido las elecciones universitarias y luego las elecciones legislativas, chocó sus codos con «nenes de mamá» viajados a Europa y USA, es decir con una fracción ÍNFIMA de la clase trabajadora, mientras vio pasar con indiferencia a los que se quedaban afuera del sistema educativo superior.
esta izquierda alfonsinista no tiene ninguna vocación de poder: por ello el tipo-humano que compone sus filas y que llega a la dirección es el «aspirante a becario CONICET», el investigador, el «boludito» educado en colegio privado alemán que tiene hipersensibilidad emocional.
los liberales mostraron un poco, sólo un poco de vocación y ambición de poder: y fueron a buscar, físicamente y discursivamente, al pibe que hace changas, el que «cadetea», el que no tiene otra educación que «las redes sociales»; es cierto que también hay de los otros, «chetos», pero de lo que se trata es de tener la voluntad política de abarcar el mayor espectro social posible, porque de eso, y solamente de eso, se trata EL PODER: de unificar, combinar y fusionar los diferentes, es decir de SOSTENERSE EN LA CONTRADICCIÓN Y NO DISOLVERSE FRENTE A ELLA. Tiene poder RAL aquel que hace converger hacia un mismo punto una multiplicidad de elementos diferentes, con su programa, con sus «cuadros», con sus «referentes naturales», con su propaganda y agitación, con el recurso que sea. Y quien procede de modo EXCLUYENTE y «elitista» está destinado, por sí mismo, a ser una despreciable expresión marginal, por mucho que se vanaglorie de sus propias «ideas» y de su «convicción moral».
Milei puede quedarse en el poder muchos años, el problema actual no es qué hacer para que se vaya cuanto antes en caso de asumir el poder del Estado. El verdadero problema actual que tiene la izquierda de la clase trabajadora es eliminar de una vez toda la IMPEDIMENTA, todo el «bagaje» inútil que arrastra junto con su tradición: la fascinación por el academicismo estéril e inocuo que solamente importa a unos pocos arribistas de la universidad (parásitos de la clase trabajadora), el comportamiento excluyente y burocrático de los dirigentes, la ausencia casi total de disciplina organizativa y de disciplina personal (lumpenaje, espíritu bohemio de nene de mamá, etc.), la falta de elaboración teórica propia y original por fuera de la «burocracia del saber académico». Hay un problema de «comprensión teórica de la realidad» por parte de la izquierda, si, pero no es «el único problema» ni el más importante por sí mismo. Se trata de que quienes componen «la izquierda», más específicamente quienes integran sus filas dirigentes en distintos niveles, se SIENTEN DEMASIADO CÓMODOS CON LA DEMOCRACIA CAPITALISTA, viven de ella, viven para ella, se regodean en su tono de vida pacifista.
la evolución política de la izquierda de la clase trabajadora debe dar un paso importante hacia la determinación, hacia la autoridad, hacia la fuerza y la disposición para ACTUAR: «res, non verba»; HECHOS, NO PALABRAS. Y ningún viejo burócrata pegado a su silla – del CC o de la Universidad- va a cumplir esta necesidad. Solamente una parte de la juventud puede destruir la vieja tradición ya inútil y comenzar a construir una nueva tradición vigorosa, fuerte, decidida y con ambición de PODER.