Nadie sabe a ciencia cierta por qué escribe, probablemente la repuesta más sincera sea para no morir, para no dejar de ser, para no cundir en la intrascendencia rutilante de pesada alienación, para no percutir la bala de la resignación. También los que escriben lo hacen para abofetearnos en la placidez de la rutina o simplemente “abrirnos los ojos con un destornillador”.
Quedamos en las voces pergeñadas por Cecilia González Gerardi para sumergimos en las aparentes plácidas aguas de la poesía, nos veremos, si tenemos suerte, del otro lado de la lectura.
Cecilia González Gerardi
Nació en Capital Federal en 1979. Actualmente reside en Victoria, Provincia de Buenos Aires. Es estudiante de Letras en la UBA, especializada en el área de Literatura Latinoamericana y Argentina, y se desempeña como docente en escuelas medias del partido de San Fernando.
Publicó artículos críticos en la revista digital www.metaliteratura-.com.ar, dirigida por Roberto Ferro.
Colaboró como correctora con la revista cultural Divino tesoro. La voz joven y es editora de la revista T-34, el boletín mensual del Partido Comunista de San Fernando.
Espacio. Postales de mí, Ediciones El Mono Armado, 2014, fue su primer libro de poesía.
Fue publicada en distintos medios digitales, como La torre de Montaigne, Literariedad, Mis poetas contemporáneos 2, entre otros.
Forma parte de la antología Rapsodia. Ensamble de voces: Nocturno, publicada este año por El Mono Armado
PRISMAS
I
Con palmas ajadas,
borrarlo todo
y empujar cada resto
hacia el borde de mí.
Entender que se escribe
porque no hay opciones.
Y embeber la pluma
entre tanto fango.
Si es deber o misión
es inútil discernir.
Solo beber la tinta
para que nadie diga
que no tragué ese veneno.
II
Me contamino el cuerpo,
difuminando mis roces,
brazos en fuga hacia otro suelo,
cabellos desperdigados entre mi rostro.
Hay una herida allí
que no sabía
por donde se esfuma la poesía
que no inscribo.
El resto,
el resto es historia, dices.
Y lo peor de todo
es que lo creo.
III
La piel en llaga,
abierta la nuca como una vasija pequeña,
el roce de la brisa ya es dolor
cuando los poros se aprestan al daño.
Tanto tránsito involuntario,
tanto cejar en empeños,
tanta desnudez de intemperie entre mis huesos,
tantas hilachas
naciendo de mi espalda,
tan poco
de qué sujetarse.
IV
El ardor será el ardid,
la ceniza la certeza,
la palabra entrelazada menos que polvo
oxidándose en su propia desolación.
Solo humo entre la niebla.
Eso eres.
Eso somos.
V
Empujar el gris
hasta transparentarlo,
hasta volver traslúcida su esencia.
O hasta volverlo prisma,
masa entre mis manos,
volverlo pan entre los dedos
y respirarlo
profundamente.
(Inédito)
Espacio
Encajaste piedra contra piedra,
y cubriste los huecos con esa pasta que sale de tu alma,
y que sólo a fuerza de requiebres has logrado producir.
Montaste la acción
sobre el recubrimiento que te oculta,
y caminaste con guiones,
y anticipaste el paso en falso.
Diste vueltas, cual trompo, girando sobre tus sueños,
arremolinando el aire
que te convirtió en tornado.
Y asolaste la ausencia
en la trasnoche del cuerpo.
Y erraste por vagabundas
calles de azulejos.
Roto el azar,
banalizaste el día,
y la casa fue tu noche,
y el hogar fue tu silencio.
Oscuro el mundo,
iluminaste los ojos,
y avanzaste hasta dónde con pies de geisha.
Corrupta la forma,
te embebiste de azules,
y atrofiaste el gesto en el movimiento de la mano.
Mas anduviste tanto en compañía de extraños
que de sombras te cubriste,
y nublaste de turbios obstáculos
tu mirada cristalina.
Legitimaste el espacio de la negrura
que se apoderaba de tu infierno,
que, al menos, era propio,
y desvalijaste las sensaciones,
que dejaste de marcar con cruces.
Y resbalaste breves perfecciones,
como plastificada de la vida.
Ahora la media luna de tu boca
instalas en la tierra del desarraigo.
Aprendiste a mirarte en el espejo invertido
que no devuelve sino huesos,
y a descansar
con los ojos abiertos
sobre un pedazo de tierra seca.
(De Espacio. Postales de mí, publicado por El Mono Armado, 2014)
LA VIDA SE JUEGA ENTRE ANDENES…
La vida se juega entre andenes y arcoíris.
Nunca el cielo se vio tan gris como este atardecer,
reflejando el sol sobre los rieles de acero.
El trepitar que avanza sin mudar condiciones.
Y la espera de esa flor que crece entre pantanos.
Inservible prédica de silencios enmohecidos,
de lenguajes incomprensibles.
Ese oído,
el que espera,
desierto de voces,
ya no cree en la invención de un nombre.
Sólo se deja
traspasar de mariposas
que se transforman en cuervos.
Y el clamor
que se oye en consecuencia:
Sal
del dintel de mi puerta.
(De Espacio. Postales de mí, publicado por El Mono Armado, 2014)
A MI PADRE
Si el mar está hundido,
ofrezco paisaje.
Una sed abierta
oscura entre las piernas.
O tal vez no.
Quizá un sol que lucha,
o tan sólo una apertura
en el día de la carne.
Y el andar contaminado,
gluten del universo,
en esa fruta que alumbra
anudada entre semillas.
Ya no sé de la tinta
marchita entre los poros
de la sal en tu boca,
más allá del torrente
que despierta en esos brotes
descuajados de aquel iris
que respira en mi retina.
(De la antología Rapsodia, ensamble de voces: Nocturno, publicada por El Mono Armado, 2016)
COMPROMISO
Cuando ya no quepan espacios para marcar,
cuando ya no queden resquicios donde punzar,
me desterraré del cuerpo,
y escribiré en las vísceras.
(Inédito)
ESCRITURA
Al principio fue tu cuerpo,
luego el hueso descarnado hacerse polvo.
Ya apariencia de silueta desprendida.
Sombría lejanía de lo tan cerca,
la volátil sensación de lo escurridizo
pulsando mi muñeca.
(Inédito)
DAME
Dame paz,
dame luz en el día eclipsado,
una mañana nublada sin lluvias.
Un anochecer diáfano entre la niebla.
Dame esperanza,
una montaña de abrazos que compartan.
Una lluvia aguardentosa cuando cale la sed.
Un aroma de barro,
cuando cruce la sequía.
(Inédito)
PIENSO
Pienso,
insistentemente,
que
uno de
estos días
te hablaré de
esos que te
rodean,
o que,
simplemente, te abriré los ojos con un destornillador.
(De mi libro ESPACIO. POSTALES DE MÍ, publicado por El mono Armado, 2014)
ESTO QUE SOY
Esto que soy,
esta argamasa de piel y sueños,
de un corazón que late y que circula,
bajo ese sol que alumbra
tan lejos.
Esto que soy,
en el silencio del cuarto abandonado,
entre el espejo que devuelve otro reflejo
y el punto que me dice “ya”.
Esto que soy,
lo sé,
seguirá siendo
en el alma
de quienes me aman.
(De la antología Rapsodia, ensamble de voces: Nocturno, publicada por El Mono Armado, 2016)