* Por Hugo Molares, padre de Facundo Molares, detenido ilegalmente en Bolivia.
Hoy necesito gritar por la libertad de mi hijo. Facundo estaba en Bolivia registrando fotográficamente las movilizaciones y reclamos, trabajando para la revista Centenario. Un día me llamó y me dijo: “Papá, estoy con fiebre. Me parece que tengo hepatitis o me picó un mosquito y tengo paludismo”.
Lo atendieron en una salita de auxilio, su cuadro empezó a empeorar y quisieron trasladarlo, pero la ruta estaba cortada, a través de un llamado anónimo, me enteré que lo habían dejado en una clínica aledaña y de ahí lo pasaron al Hospital Japonés.
Lo atendieron en una salita de auxilio, su cuadro empezó a empeorar y quisieron trasladarlo, pero la ruta estaba cortada, a través de un llamado anónimo, me enteré que lo habían dejado en una clínica aledaña y de ahí lo pasaron al Hospital Japonés.
Nosotros somos argentinos, junto con mi esposa fuimos volando para Bolivia a buscar a nuestro hijo. En el hospital me dijeron que no había ningún Facundo Molares anotado; pregunté si habían registrado a alguien como NN y me respondieron que sí. Me llevaron a la sala donde estaba Facundo acostado en una camilla, todo entubado, en un coma inducido, esposado. El médico me explicó que tenía una insuficiencia renal aguda y que no le funcionaban los riñones. Respiramos hondo y salimos del edificio para pensar, ahí, tres individuos bajaron de una camioneta diciendo que eran policías y que debían tomarnos una declaración. Les pregunté si disponían de una orden judicial para llevarnos con ellos, pero lejos de una respuesta, nos esposaron y subieron a la fuerza al vehículo. Nos llevaron a una comisaría que queda a 60 kilómetros del hospital, nos retuvieron ¡25 horas! Nos sometieron a interrogatorios y maltratos psicológicos, en pésimas condiciones, sin baño, sin agua, sin comida, sin nada. Nos soltaron al día siguiente casi a media noche y nos dijeron que si nos quedábamos en Bolivia, nos iban a masacrar, así, con esas palabras. No tuvimos más remedio que tomar el primer avión que salía para Argentina.
Mi hijo seguía internado, pero ya en terapia intensiva, donde le realizaron diálisis. Para ese entonces él ya había despertado del coma, pero no era completamente consciente de todo lo que pasaba a su alrededor. En ese estado, y sin importarles nada, el 29 de noviembre realizaron una audiencia cautelar dentro del hospital donde le dictaron prisión preventiva. Lo incluyeron en una medida de causa en la cual está el intendente de Montero, una candidata a Diputada, Concejales, militantes del MAS, todas personas que se oponen al régimen actual, casualmente.
Si bien durante la audiencia cautelar el juez dictaminó que Facundo debía permanecer en el hospital hasta que las autoridades médicas le dieran el alta, el 9 de diciembre llegó una patrulla policial con un certificado médico, firmado por una mujer que nadie sabe quién es, donde le otorgan el alta para llevarlo al penal de Chonchocoro, que es de máxima seguridad. Realmente, no hay otra manera de nombrarlo: es una dictadura. Yo no tengo otras palabras para tanta crueldad. En Bolivia hay un Estado de temor generalizado y debido a eso se me imposibilita conseguir un abogado. He querido volver a viajar, pero mi familia me lo prohíbe y gente de allá me ha dicho que solo por el hecho de tener el mismo apellido, me podrían masacrar. Sí, esa palabra que usaron los efectivos la tengo grabada en la cabeza.
Estamos buscando ayuda desesperadamente, es terrible la situación en la que se encuentra Facu. Sólo quiero volver a ver a mi hijo y que pueda continuar con sus tratamientos médicos.
Publicada por La Garganta Poderosa en https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=2678615415540638&id=213440425391495