El voto de la impotencia

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Por Eduardo Ibarra

Ninguna crisis económica presupone una respuesta social determinada. Eso ya es una realidad obvia que hemos aprendido a lo largo del derrotero revolucionario, durante el transcurso del sangriento siglo 20.

Tampoco es verdad que el pueblo, con el voto, no se equivoca, o que toda evaluación crítica que vaya más allá del ejercicio de la política de «los políticos» no puede ser aceptada, ni correctamente aceptable.

Todo período es el resultante de su historia, donde los hombres forjan su futuro sobre condiciones dadas y por encima de sus voluntades. Nuestro tiempo está atravesado por las heridas profundas de la revolución inconclusa cuyo emergente es una democracia obturada, que ha instrumentalizado la representatividad pasiva de las clases subalternas.

Esta resultante tiene, en el plano político partidario, al peronismo como la única alternativa popular, que a diferencia del  partido radical UCR, mantiene su construcción discursiva en el imaginario social como un movimiento de masas. Sin embargo, este peronismo post dictadura de 1976 es una estructura funcional, y pragmática al capitalismo periférico nacional,  que con un carácter particular porta  dos efectos contradictorios: por un lado conserva la capacidad de establecer gobernabilidad, mientras por el otro lado provoca frustración y descrédito ante las demandas inconclusas. Ambas cuestiones dan paso al surgimiento de partidos identitarios de derecha en los que confluyen las pretensiones conservadoras de las distintas fracciones de la burguesía autóctona y el hastío popular carente de representación.

La derrota y la frustración hacen de las clases subalternas un actor sumiso e impotente para la participación activa en un proyecto anti capitalista, pero, a su vez, reacio a los cantos de sirena del populismo peronista.

El resultado de los comicios de medio término del gobierno de Milei no son una excepción a la regla sino la relación entre una sociedad traumatizada y traumatizante, que en el pasado fue analizada y descripta por el filósofo León Rozitchner como consecuencia del apoyo masivo a la toma de las islas Malvinas por parte de los militares del Proceso de reorganización nacional. Un hecho en el cual las clases populares convalidaron la escenificación del patrioterismo belicista para legitimar la guerra de exterminio interna.

Sobre esta situación opera la nueva ideología ultra liberal hacia las nuevas generaciones, que nacen a la vida social huérfanas de historia e identidad de clase

Quizás sea este el mayor logro del sistema que mantiene con vida el espectro de peronismo y fortalece la ilusión de la cultura hiper individualista de la nueva derecha.

Revista comunista de análisis y debate