Por Pablo Stasiuk
Compartimos un puñado de poemas como balas de conciencia y belleza en las manos proletarias de Pablo Stasiuk. El arte será herramienta de liberación o no será!
JUAN, EL SUBVERSIVO.
Llegó Juan de la semana en el obraje
con la espalda quebrada
en el pozo del cimiento.
Sus sueños quedarán , ahí,
siempre a esa altura,
esperando que un día cambie el cuento.
El construye las bases bien seguras
donde se cumplirán
otros sueños, no los suyos.
Mira sus manos
de barro y de cemento,
solo el alcohol se ofrece como arrullo.
Pero hace mucho que el sueña otros cimientos,
los de un mundo
junto a otros malvividos,
donde nadie quede afuera,
y los obreros,
vengan limpiando el viento de bandidos.
Es color rojo el cielo que Juan sueña,
púrpura de puños
curtido de herramientas,
también tiene guitarras libertarias
que cantan el dolor que nadie cuenta.
Juan lleva un carnet sangre en el bolsillo
Y sabe bien que debe compartirlo
juntando compañeros,
y armados de sueños parecidos…
acribillar éste mundo.
y subvertirlo.
MI LIBERTAD NO TERMINA
Mi libertad no termina donde empieza la tuya.
Porque mi libertad te incluye.
Mi libertad es tan grande como yo quiera.
Se mezcla con otras libertades
hacen el amor, se entrelazan
sin límites
y nacen otras libertades,
pequeñas, creciendo,
que te siguen invitando.
Mi libertad no es tierra
sembrada de alambrados.
Es cielo abierto, viento,
grito montado en un tornado.
Mi libertad es un río
desafiando los límites,
convidando su cauce
a quien quiera acunarlo.
Mi libertad no termina donde empieza la tuya.
Y tu libertad será siempre bienvenida
en mi casa.
HIERRO Y SANGRE
Sangre pobre
que regó la calle,
como siempre
la misma sangre
de los mismos pobres.
Sangre de comedor,
sangre de villa,
hierro de puente
convertido en carne
que termina en dos manos
curtidas de trabajo.
El arma cobarde
corta el grito villero
con un trueno asesino
y traicionero.
Otra vez,
dos pobres en el piso
con heridas mortales
por donde brotan
claveles piqueteros.
Cuentan los obreros
que algunas madrugadas
al cruzar por ese puente,
antes hierro,
sienten la voz de Maxi y de Darío
con sol de puño
gritando que no han muerto.
TESTIMONIO
Que la poesía, hermana y compañera
sea pregón de los humildes.
Que leña, la palabra seca,
se transforme en fuego.
Que un verso, abandonado y viejo
siga siendo verso, aún solo.
Que una letra, en la palabra justa,
tenga el impacto de una bala.
Que una coma, simple y necesaria
sea la pausa entre luz y sombra.
Que un punto, certero y tajante
separe a la vida de la muerte.
Que un acento, rebelde y pesado,
grite todos los silencios.
Que la música, creación de los sin nada,
junte poesías, palabras, versos,
muchas letras preñadas de puntos,
comas y de acentos.
Entonces, que sea testimonio lo que queda,
de ahora en adelante y para siempre.
La muerte es la oquedad de los traidores…
y nosotros somos carne de canciones.